Escrito por Luis Salazar, Director de la Maestría en Emprendimiento y Gestión de la Innovación.
Hoy en día, los criterios ESG son pilares clave para modelos de negocio innovadores y sostenibles. Para empresas emergentes, integrar la sostenibilidad y responsabilidad social desde el core del negocio no solo crea valor, sino que les permite construir un ADN empresarial basado en prácticas éticas y sostenibles, en lugar de adoptar estos principios como acciones secundarias.
Algunas formas en que los modelos de negocio se alinean con los principios ESG son:
- Economía Circular: En estos modelos, se busca el desperdicio cero, promoviendo ciclos de reciclaje y reutilización que reducen el uso de materias primas y generan empleos. Un ejemplo destacado es Sinba, que recolecta y transforma residuos de empresas de todos los tamaños en productos de valor, impulsando así la sostenibilidad.
- Acceso sobre Propiedad: Estos modelos permiten alquilar activos infrautilizados, optimizando el valor de inventarios inmovilizados y reduciendo la huella ecológica. Inexlink, una startup dedicada a maximizar el uso de activos e inventarios excedentes, es un ejemplo sobresaliente de eficiencia y sostenibilidad.
- Negocios Sociales e Inclusivos: Estas empresas generan inclusión y justicia económica en comunidades vulnerables o personas excluidas de ciertos mercados. Ejemplos de ello son las empresas que colaboran con proveedores locales o combaten problemas de salud pública, como Nutri H, que aborda la anemia mediante productos nutricionales accesibles.
- Innovación en Productos y Servicios Verdes: Las empresas que desarrollan soluciones verdes crean un impacto ambiental positivo. Oxcem, fundada por Athali Castro, utiliza microalgas para reducir la huella de carbono de sus clientes, transformando CO₂ en oxígeno de manera equivalente a 255 veces su biomasa en árboles. Otro caso es Beeok, una empresa chilena (SaaS) que utiliza inteligencia artificial para mejorar el cumplimiento normativo en sostenibilidad, permitiendo a sus clientes reducir el tiempo dedicado al cumplimiento hasta en un 90% y mejorar su adaptación regulatoria en un 40%.
Estos modelos no solo generan valor económico, sino que impulsan una transformación profunda en la manera de operar de las empresas, alineándolas con principios de sostenibilidad y responsabilidad que responden a las necesidades y desafíos actuales.