Escribe Fernando Rivera Pollarolo, docente de Psicología Organizacional de la UPC.
Cuando recuerdo mis primeros años en el mundo laboral, una experiencia con un ex jefe surge vívidamente en mi memoria. Durante mi etapa como practicante, en una mañana en su despacho, se produjo un diálogo que me dejó una impresión duradera. Me dijo:
"Es tu responsabilidad, Fernando, llevar a cabo las labores de selección de personal. Busco individuos capaces de dejar sus problemas personales y familiares fuera de las puertas de la empresa. Aquí se espera que todos se enfoquen exclusivamente en el trabajo y rindan al máximo. Los problemas, independientemente de su naturaleza, deben quedar fuera de nuestra organización"
Esta historia real sucedió a mediados de la década de los 90, época en la cual estaba de moda el ser workaholic, y en las cuales te miraban mal en el trabajo cuando te retirabas de la oficina antes de las 7:30 pm, ya que existía la creencia de que mientras más horas trabajabas, eres un mejor colaborador. Sin embargo, hoy en día el paradigma del workaholismo parece estar en declive, lo cual es una evolución positiva.
Actualmente veo en las empresas una “cultura de equilibrio” creada por los líderes, en las cuales se destaca un equilibrio entre la vida laboral, social, familiar, la salud, entre muchas otras cosas. Esta es la principal fuente de las políticas de atracción y retención del talento de hoy en día, y eso es algo totalmente nuevo que “atrapa” al talento, especialmente a millennials y centennials.
Es muy importante mencionar que problemas como la ansiedad, el estrés, la depresión y el burnout se están convirtiendo en una fuente de preocupación creciente en la fuerza laboral de todo el mundo. De acuerdo con el estudio Health on Demand 2023, de Mercer Marsh Beneficios, casi la mitad de los empleados (47%) se sienten estresados en su vida cotidiana y más de la mitad (52%) han trabajado en el último año mientras se sentían mentalmente enfermos.
Si vemos la situación actual con respecto a la salud mental de los colaboradores, más que observar una evolución, lo que personalmente veo es otro mundo: veo mucho más acciones de prevención que de reacción —sin dejar de lado las políticas que se toman cuando aparecen temas de crisis en algunos colaboradores—. Es más, los programas de prevención de la salud mental cada vez tienen presupuestos más altos.
Así, el tratamiento de la salud mental tiene una relación muy cercana con la sostenibilidad de las empresas, el clima laboral y la retención de talento. Las nuevas generaciones demandan esta mayor atención por parte de los líderes y las organizaciones. Hoy queda en terreno de las empresas el estar a la altura de estas nuevas necesidades, ya que solo así garantizarán una operación para el largo plazo.
